Hay triatlones y triatlones… más o menos duros y con más o menos encanto.
Este pasado sábado participé por segunda vez en el Triatlon Largo de Bola del Mundo.
Su formato describe mi personalidad:
Naturaleza
Dureza
Resistencia
Capacidad de sufrimiento
Este es el triatlón en el que venci este sábado, y en el que la montaña venció a todos.
Tras una bici especialmente dura con dos puertos y las duras rampas de la Bola del Mundo, nos esperaban los 21km de trail por Cuerda Larga a mas de 2200m de altitud.
El clima no era seguro, y conocedora de esta zona, yo ya iba observando como se metia la niebla arriba cuando coronaba Cotos en bici y ves las antenas de lejos.
En las rampas de Bola del Mundo brillaba aun el sol, pero cuando llevaba apenas 2km de carrera a pie por Cuerda Larga, la niebla era densa y no se veian las cintas de la organización, y orientarse no era fácil.
Intentaba adivinar el camino, y cada vez que veía esas cintas de rayas rojas y blancas, sentía alivio.
Empezaba a bajar la temperatura y movia los dedos de las manos porque se quedaban rigidos, aunque aun no había sensación de frio.
En boxes habia dejado chubasquero y ropa de invierno, engañada por el sol que allí había, y los empezaba a echar en falta.
Pero yo sigo corriendo, o mas bien andando y trepando por las piedras.
Pero al llegar al kilometro 5 la organización nos para y suspenden la prueba por nuestra seguridad.
Era muy peligroso proseguir.
Me aseguro de que efectivamente está suspendida, y retrocedo sobre mis pasos. Con apenas 4 horas y media, queda suspendido mi triatlón.
El tiempo comienza a emperorar por segundos.
Sigo corriendo para llegar cuanto antes a la zona de meta, y empieza un fuerte viento y granizo.
Me cruzo con la que iba segunda chica y la digo que se de la vuelta, que la han suspendido, y al poco vamos juntándonos numerosos triatletas avisados de la interrupción de la prueba.
El tiempo sigue empeorando y sin parar, nos abrimos unos a otros las mochilas para compartir chubasqueros y mantas térmicas.
Miro delante y solo veo niebla salpicada del dorado de las mantas.
Y pienso, en cuán caprichosa es la montaña y el respeto que le debemos.
Tras 5km de vuelta que se hacen largos, llego a la zona de meta, fría, mojada y rigida, y empiezo a escuchar sirenas de ambulancias.
Intento quitarme el chip, pero mis manos no articulan el tirar de un simple velcro.
Sin poder mover los dedos,me desnudan para cambiarme de ropa y poco a poco entro en calor.
Doy las gracias a los organizadores por tan maravillosa prueba, y por haber decidido por nuestro bien, no dejarnos llegar más allá.
Hasta el año que viene Bola del Mundo.